jueves, 26 de noviembre de 2009

Reflexiones en la Soledad del Farmacéutico Rural (y VII)




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EL ESPEJO

Es una situación incómoda, estar frente al espejo no me es agradable, eludo el momento dentro de lo posible pero cada mañana tengo que pasar por esa situación cuando me afeito, más por evitar cortarme que por contemplar el triste espectáculo de ver mi rostro reflejado en él.

Es una sensación que me acompaña desde pequeño, no he sido agraciado con un rostro bello, mi gran nariz, mis orejas grandes también, unos ojos marrones, corrientes, normales, unos dientes que sufrieron el abuso en la prescripción de antibióticos de los años 70, la Terramicina hizo estragos en el blanco inmaculado que debía lucir el esmalte de mi dentadura. Mi cuerpo desgarbado debido al excesivo y rápido crecimiento me hizo adquirir el aspecto de un junco, alto y delgado, pero enjuto y poco agradable a la vista para un joven con un carácter en formación, con una personalidad en ciernes…

El espejo es igual de injusto que la playa en verano, no hay secreto que puedas ocultarle, saca a la luz todos tus defectos, entendiendo por defecto lo que no se ajusta a los parámetros establecidos por esta sociedad tan acostumbrada a crear ídolos basados en una gran presencia física, ídolos con facciones de Apolo griego, perfilados y maquillados, elegidos entre todos los humanos para satisfacer el capricho dictado desde los despachos de los magnates de la moda, ídolos con pies de barro a los que el paso del tiempo causa los mismos estragos que al resto de los mortales y a los que les cuesta asimilar que el reloj vital también corre para ellos.

Es difícil convivir con los defectos, y más con los incorregibles, los defectos físicos pueden solucionarse en gran medida mediante cirugía, pero me permitiré afirmar que nunca pisaré un quirófano a no ser que sea estrictamente necesario. Cuesta trabajo, mucho trabajo, afianzar tu personalidad, dejar a un lado la superficialidad y llegar a la conclusión de que estos “defectos” no son tan importantes. Es muy complicado para una mente adolescente asimilar que nunca serás igual que el actor que aparece rodeado de bellas actrices, que nunca serás como la persona que ocupa la portada de tal ó cual revista, pero es conveniente asumir esto y centrarte en corregir lo corregible. Estudiar, prepararte, intentar ser mejor cada día, y lo que es más importante, no olvidar nunca que no eres el único ser que habita este planeta, intentar ayudar en lugar de perjudicar, ser, en definitiva, mejor persona, eso que debería ser motivo de admiración en lugar de la marca de ropa que vistas ó el modelo de coche que conduzcas.

Afrontar los problemas que puedan aflorar de no asumir que no eres el Adonis que desearías es una de las cosas que ayudarán a formar tu carácter, una ética, y una línea a seguir en la vida, superar las zancadillas que ésta te ponga en el camino, y siempre tener claro, muy claro, cuál es el espejo en el que debes mirarte, como dice mi madre, arrímate a quien te dé y no a quién te quite.

Hay muchos espejos donde mirarse, aunque algunos narcisistas prefieren mirarse el ombligo y no ver lo bueno que haya en el vecino, creen firmemente que ellos son el único espejo donde deben mirarse los demás, el mismo problema del que adolece el modelo español de farmacia, que sigue mirándose el ombligo todavía hoy, tiene varios espejos donde mirarse, pero en lugar de reconocer los defectos que tiene e intentar corregirlos, se ha limitado a defenderse como gato panza arriba ante todo el que viniera a comentárselos.

Hemos roto el espejo anglosajón porque su reflejo no nos gustaba, pero hay más espejos, algunos de ellos a orillas del Mediterráneo, este ejemplo muy cercano no ha tenido miedo de abrir su propio debate para mejorar, para buscar otras opciones que mantengan lo bueno que posee y elimine ó modifique lo malo ó lo que no es válido en los tiempos que corren.

Sería conveniente eliminar los prejuicios que nos atenazan, no tener miedo de aceptar lo que somos cuando estamos frente al espejo, aunque no nos agrade su visión, aceptar lo que no tiene arreglo e intentar modificar lo que es mejorable, mirarnos en otros espejos nos permitiría ver otros reflejos que seguro nos serían útiles para abrir el necesario debate, un debate que sentaría las bases de lo que sería una profesión más justa frente a todos sus integrantes.

No se trata de otra cosa, cambiar puede dar miedo pero da más miedo la indiferencia con la que se continúa adelante, ausencia de debate, compañeros que intentan sobrevivir en pueblos donde no hay más servicios que su oficina de farmacia, compañeros que trabajan cada día sin la ilusión de ser alguna vez titulares, futuros compañeros que entran en las facultades sabiendo de antemano que, por mucho que estudien, nunca serán titulares de una oficina de farmacia, futuros compañeros que se miran en el espejo de otros compañeros de banco y que observan tristemente cómo estos, a pesar de ser peores estudiantes, se lo toman relajadamente porque tienen un padre ó una madre titulares de una ó dos licencias ó mucho dinero para comprarla.

Se puede seguir alimentando este caldo de cultivo que más tarde ó más temprano dará al traste con un sistema bueno en líneas generales pero francamente mejorable ó ser inteligentes y plantear soluciones, observar y asimilar lo bueno que tengan otros sistemas y sobre todo, no tener miedo a cambiar si es para mejor, sin olvidar una premisa básica la de buscar una mayor justicia e igualdad.

Realmente no sé cómo los que contribuyeron a crear este sistema y se empeñan en mantenerlo en las condiciones actuales pueden conciliar el sueño cada noche, yo creo que no podría.

Desde el pueblo más pequeño de la provincia de Sevilla……….

Javier

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