Un saludo a todos,
Javier
Este blog nace con la esperanza de que llegue a ser un nexo de unión entre los grandes olvidados y auténticos garantes del actual sistema farmacéutico: los farmacéuticos rurales. En él, se colgarán noticias relacionadas con el mundo de la farmacia rural, y me agradaría que os animárais a compartir ideas. Vuestra opinión es muy importante.
Desgraciadamente, nuestra profesión en la actualidad no se entiende sin una calculadora en la mano. No solamente somos sanitarios, también comerciantes. ¿En que proporción? 50-50, 75-25, 25-75... Sin duda es difícil cuantificar, pero ejercer en una oficina de farmacia implica elevadas dosis de destreza en el manejo del arte del comercio. Demasiado componente de comerciante, a mi juicio, es el que necesitamos los farmacéuticos de oficina de farmacia para salir adelante.
También, en la farmacia rural, somos comerciantes y no solo sanitarios. Cuando digo rural me refiero a farmacias únicas, en municipios no ya pequeños sino minúsculos, donde raramente hay una sucursal bancaria, el médico pasa consulta y se va, y a veces no todos los días. Donde los maestros, secretarios de ayuntamiento y demás universitarios vienen, trabajan y se vuelven a sus domicilios, a bastantes kilómetros. Es en ésta farmacia rural donde las cuentas de comerciante no salen de ninguna manera, y mucho menos cuando hay que pagar un crédito para financiar el traspaso. Porque no olvidemos que los nuevos licenciados superan con mucho el número de farmacias que salen en los concursos y es muy duro, a veces insoportable, que tu compañero de carrera, por el mero hecho de ser hijo de farmacéutico con farmacia, sea tu jefe y más duro todavía si en la facultad ha demostrado menos valía científica. ¡Es posible que como comerciante si la tenga¡. Pero no quiero desviar el tema a los derroteros de la justicia social en éste momento.
Me llama la atención el tratamiento que estudios económicos como los de Aspime, dan a las farmacias “pobres”, esto es, farmacias con ingresos inferiores a 300.000 euros. Ciertamente no se paran a analizar las cuentas, sino, simplemente, atisban trazas de inviabilidad.
No me resigno a analizar, lo más exhaustivamente que pueda, la economía de éstas farmacias, las “pobres”. Máxime, cuando en palabras de la Secretaria del Consejo y previsiblemente futura presidenta, Carmen Peña, somos el buque insignia de la farmacia española. Palabras que me suenan a aquello de “Te quiero mucho perrito, pero pan poquito”.
Y ya entrando en materia, me gustaría desglosar las farmacias que facturan menos de 300.000 euros y agruparlas por tramos. Sin olvidar que, estadísticamente, cada tramo se corresponde con una cifra de población. Consideraré que el gasto por habitante es de 300 euros, cifra que obtengo de dividir la factura farmacéutica nacional entre el número de habitantes del Estado, incrementado por un factor de corrección debido al mayor consumo de la población envejecida -que son los pacientes de éstas farmacias- y también incrementado con la escasa venta libre.
La factura farmacéutica a cargo del SNS, en 2008, ascendió a 11.191.128.315 euros y la población en España alcanzó la cifra de 46.157.822 habitantes. Si dividimos la facturación entre las 21.000 farmacias obtenemos, que de media, las farmacias españolas facturaron al SNS 569.547 Euros. Y que el consumo medio por habitante es de 259,12 euros, a lo que hay que añadir las mutuas y la venta libre. Con todo, la media de facturación de las farmacias supera los 600.000 euros. Las farmacias pobres, por tanto, facturan menos de la mitad que la media.
¿Con qué población se corresponde la farmacia pobre?. Si nos atenemos a las cifras de 300 euros por habitante y año, se corresponderá con farmacias que sirvan a menos de 1.000 habitantes, entre su municipio sede y las poblaciones a las que sirva. También hay farmacias pobres en núcleos urbanos.
(Continuará)