martes, 14 de abril de 2020

DESDE LA ATALAYA DEL CASTILLO


ESPECULACIÓN Y MASCARILLAS

En mayo de 2009 el Tribunal Europeo de Justicia defiende la exclusividad de los farmacéuticos en la explotación de las farmacias, porque la explotación por una persona que no sea farmacéutico puede suponer un riesgo para la salud pública. Esta sentencia supuso un espaldarazo a la restricción a la propiedad de las farmacias de personas que no fueran farmacéuticos.

En este sentido, la sentencia afirma que, aunque es innegable que el objetivo de los farmacéuticos, al igual que el de otras personas, es la obtención de beneficios, en el caso de los farmacéuticos de profesión se supone que no explotan la farmacia con un mero ánimo de lucro, sino que también atienden a un criterio profesional.

Por lo tanto, prosigue el TEJ, su interés privado en la obtención de beneficios está mitigado por su formación, su experiencia profesional y la responsabilidad que les corresponde, ya que una eventual infracción de las normas legales o deontológicas no sólo pondría en peligro el valor de su inversión, sino también su propia existencia profesional.

Y es que, a diferencia de los farmacéuticos, las personas que no tienen dicha condición carecen, por definición, de una formación, experiencia y responsabilidad equivalentes a las de los farmacéuticos. Dadas las circunstancias, el TEJ subraya que no ofrecen las mismas garantías que los farmacéuticos.

En España además de esta restricción a la propiedad de una farmacia por no farmacéuticos, se añade la existencia de un modelo regulado que impide la libre apertura de oficinas de farmacia, lo cual recalca la necesidad en la profesión de ser aún más escrupulosos en el cumplimiento de las normas legales y deontológicas.

Y precisamente por ese carácter exclusivista la profesión farmacéutica además de estar regida por las normas legales, está sometida a un código deontológico, entendido como un conjunto de deberes y normas morales, pero no desde una perspectiva general, sino desde la perspectiva exclusiva de individuos que ejercen una determinada profesión.

Así entendida podríamos afirmar que la deontología profesional es una rama de la ética aplicada que se encarga de la teoría de los deberes morales de una determinada profesión y de la conducta de sus miembros en el ejercicio de esta. Y el fin práctico de la deontología, tras el estudio de los deberes morales que deben ser aplicados a una profesión, lo constituyen los códigos deontológicos que no son más que la aplicación práctica de la deontología plasmada en normas concretas, claras, precisas y fácilmente comprensibles. Los encargados de velar por el cumplimiento de las normas deontológicas en nuestra profesión es la organización colegial que ha de velar porque los colegiados adecuen su práctica profesional a lo recogido en el código deontológico.

En esta crisis que estamos viviendo se ha puesto el foco mediático sobre las farmacias y los precios que se están cobrando por algunos productos escasos y muy demandados por la población como son las mascarillas.

La realidad es en primer lugar que no son productos de venta exclusiva en farmacia y por tanto se pueden encontrar en otros canales de distribución. Y que como consecuencia de la crisis sanitaria que vivimos los canales habituales de aprovisionamiento para las farmacias y otras entidades colapsaron y han sido sustituidos por otros agentes que han entrado en un mercado especulativo feroz.

Ante este panorama la mayoría de las farmacias optaron por no entrar en la compra a precios abusivos de las mascarillas porque piensan que no podían ofrecerlas a los precios que se encontraban, incluso hubo una minoría de farmacias que primando y velando por el bienestar de sus pacientes mas en riesgo compraron a estos nuevos distribuidores lotes de mascarillas que entregaron gratuitamente a sus pacientes.

Pero a sido la aptitud de un grupo muy minoritario que, amparándose en las leyes del mercado y en una falsa labor profesional, han estado vendiendo mascarillas a precio muy por encima de sus valores habituales y han hecho un daño tremendo a la profesión pues han dado pie a que en los medios de comunicación y redes sociales se culpe al conjunto de farmacéuticos españoles de especuladores.

No se entiende que, desde la aparición de los primeros casos, los máximos responsables de la profesión no delimitaran claramente, basándose en criterios profesionales y deontológicos, cual era la manera correcta de actuar ante esta situación. Tampoco se entiende que, ante estos casos, minoritarios pero reales, no ejercieran acciones punitivas, que están entre sus competencias para cortar de raíz estas actuaciones. Es verdad que de manera puntual algunos colegios han dado recomendaciones e incluso alguno abrió expedientes a ciertas farmacias, pero de una manera general no se hizo ninguna actuación.

La actuación irresponsable de este grupo muy minoritario, la repercusión mediática que sus actos han tenido y la falta de rapidez y contundencia en la actuación de nuestros máximos responsables, han causado un daño enorme a la profesión, daño que veremos en el futuro el alcance que ha tenido,  y que puede ser utilizado para socavar el modelo de farmacia español que tiene su piedra angular en el binomio propiedad titularidad y el concepto de una farmacia donde prima la labor profesional y sanitaria antes que un ánimo de lucro.


Francisco Gonzalez Lara

sábado, 4 de abril de 2020

DESDE LA ATALAYA DEL CASTILLO


¿QUE MUNDO NOS ESPERA?

Hoy cuando estamos viviendo una crisis de salud con connotaciones desconocidas desde hace generaciones no esta de mas echar la vista atrás y repasar nuestra historia, y fijarnos en un periodo como el Renacimiento donde vamos a encontrar situaciones en la medicina y la clínica con semejanzas a lo que hoy estamos viviendo.
En el Renacimiento en cuanto a la medicina clínica, las innovaciones se pueden agrupar en dos bloques: la aparición de nuevas enfermedades y la teoría del contagio, y el desarrollo de nuevos hábitos.
En la Clínica del Renacimiento se describen modos específicos de enfermar que se tienen por enfermedades de nueva aparición, pero en ocasiones es difícil de decir si verdaderamente lo eran. Lo que es cierto es que aparecieron con carácter epidémico y con unos síntomas desconocidos por los médicos renacentistas, se trataba de afecciones que rompían los esquemas galénicos tradicionalmente aceptados. Los médicos renacentistas afrontaron resueltamente la cuestión poniendo las bases de la nosología moderna.
Caso típico de nueva enfermedad renacentista es la dolencia aparecida y desparecida en este período en Gran Bretaña, es el "sudor inglés". Fue una epidemia desconocida y fulminante que aparecía en una localidad sumiendo a la mayor parte de sus habitantes en un sopor y dolorimiento, con profunda sudoración, cuyo desenlace, en un sentido u otro solía producirse en 24 horas o menos. En pocos días desaparecía de la localidad para continuar en otra. Surge a finales del siglo XV y desaparece en el siglo XVI.
Al fin del Renacimiento fue borrada del catálogo de enfermedades, no sin haber dejado abundante bibliografía medica sobre la enfermedad.
            Sobre su etiología desde el inicio diverso autores dan diversas teorías sobre su causa y origen, la tesis viral se ha venido construyendo desde principios del siglo XX, y la primera sospecha recayó sobre la influenza sin mayores argumentos. Otros autores fijan su origen en un arbovirus concretamente un Hantavirus, aunque hoy día no hay un consenso claro sobre el origen de esta.
            Pero lo mas interesante sobre esta enfermedad propia del Renacimiento Europeo fueron las consecuencias que tuvo en la sociedad de su tiempo, especialmente por su marcada distribución por sexo y edad indujo una percepción apocalíptica, pánico, hipocondría y cambios en la conducta humana. Afectó el curso de la política en Inglaterra y Francia, truncó el sitio de Viena por la desmoralización y la huida de los turcos, incidió en la Reforma protestante en el Viejo Continente, produjo escasez de mano de obra y de comida, causó parálisis del comercio e indujo tibias medidas de aislamiento y de cuarentena. Por todo ello, esta enfermedad bien podría engrosar la lista de aquellas que cambiaron la historia de la humanidad.
            Con seguridad esta nueva pandemia del coronavirus en un futuro pasara también a engrosar la lista de enfermedades que cambiaron la historia de la humanidad, porque no creo que nadie dude que después de esta crisis mundial de salud, se establecerán cambios en todos los ámbitos de nuestra vida y habrá un mundo antes y otro después de esta terrible pandemia.

Francisco Gonzalez Lara