jueves, 12 de enero de 2017

Parábola de los tres hermanos

Me gustaría inventar una parábola.


De tres hermanos, Francisco, Javier y Julia, hijos del antiguo farmacéutico de Misiocondo, solamente Julia quería seguir la carrera de su padre en el pueblo. 

Francisco prefería negocios no tan regulados y optó por trasladarse a un entorno urbano y a Javier le gustaba más política y marchó a la capital.

A la hora de repartir la herencia, Francisco se quedo con la casa de su padre, Javier con el local donde estaba ubicada la farmacia y Julia con el negocio de la farmacia. El dinero de las cuentas se lo repartieron Francisco y Javier a cambio de que Julia obtuviese para si el mobiliario y las existencias de medicamentos que había en la botica.

Como Julia quería quedarse en el pueblo, que tenia muchas posibilidades por su cercanía al mar, le pidió a Francisco que le alquilara la antigua casa familiar para vivir en ella. 

Asimismo, Javier alquiló el local de la farmacia, con un precio igual al que le cobraba su hermano Francisco por la casa, a Julia para que su hermana no tuviera que trasladarse de ubicación y pudiera competir con las otras farmacias del pueblo, en un lugar privilegiado, cerca del consultorio médico. Así rentabilizaría su parte de la herencia.

De este modo Julia pudo comenzar, con el concurso de sus hermanos y mucha ilusión, de titular y propietaria en la antigua farmacia de su padre donde se había criado y había trabajado como adjunto...






¿A quién le correspondió el mejor lote?





Por mi parte, estimo que para valorar si los lotes fueron equivalentes habría que determinar, entre otros parámetros, la rentabilidad, y Julia tendría que percibir de la farmacia no menos de lo que obtienen sus hermanos por las rentas del patrimonial heredado.


¿Cual es la rentabilidad que Julia obtiene en la farmacia? Los ingresos brutos de la farmacia menos los gastos. Estos gastos han de incluir su salario -mínimo lo que se estipula para un regente- pues ni Francisco ni Javier mueven un solo dedo para recibir las rentas de casa y local. 

No me convence que la rentabilidad de la farmacia sean los excedentes de explotación sin descontar el salario pues es un elemento imprescindible para el funcionamiento de la actividad de la oficina de farmacia. Tampoco que el salario sea el excedente de explotación, a fin de cuentas los farmacéuticos ejercemos una labor profesional similar a las de nuestros colegas independientemente de la categoría profesional. Sin la presencia de un titular, o en su defecto un regente o un sustituto, la farmacia no debe funcionar. Y todo el que trabaja merece un salario se llame como se llame y se etiquete como se etiquete.

También habría que valorar que Julia obtiene un puesto de trabajo y, en cualquier caso, podría vender la farmacia invertir su resultado y obtener unas rentas como sus hermanos.


¿El mejor lote fue el de Francisco? ¿El de Javier? ¿El de Julia?


En fin, que no es oro todo lo que reluce.

Saludos,

Andrés C. Reviriego