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Mal comienza mi artículo, profanando las autócratas directrices de las guías de lenguaje no sexista, autarticos y definitorios manuales de obligada ejecución dentro del universo Aido, de la Galaxia Pajiniana, por lo de Pajín se entiende, y del cosmos Chaconiano, las tres sílfides del pensamiento post zapateril, paradigma de la necedad, la burdez y el bobalicalismo. Si imagináramos a las tres hadas de la retórica de la ceja oblicuada paseando por la Gran Vía de Madrid, y si imagináramos aún un poco más, imaginar que en ese preciso momento reestrenaran el magnifico spaghetti westter, del más magnifico Sergio Leone, El bueno el feo y el Malo, y las progresistas sienes de nuestras tres caifaicas de la modernidad se toparan con este evolico cartel, sustentado sobre una de las fachadas de mítica avenida. Con toda seguridad, el estupor, la indignación, la ofuscación y el agravio conquistarían sus conciencias e invadirían sus progresencefalos, sus pupilas se midriatizarian, su pulso paroxísticamente se agitaría, sus glándulas sudoríparas enloquecerían; ante la ofensa, la insidia y el despropósito de semejante infundía contra la dignidad femenina colmatada por tan sacrílego y machistoide cartel cinematográfico. Sin duda espitarian para que esta infamia a la dignidad del genero femenino fuera inmediatamente subsanado y cuando menos corregido con toda celeridad, interpelando ante el congreso o en las más alta de las instancias del Gobierno, y por supuesto nuestro buenil y acomplejado gobierno celericamente actuaría en post de la restitución de semejante agravio sexista. La película se refundiría en su Titulo y partir de la fecha se redefiniría a El bueno y la Buena, el Feo y la Fea y el Malo y La Mala, o como mal menor, utilizarían la arroba, no como símbolo de peso antaño y ogaño símbolo informático, si no redimensionado a una nueva categoría la de la categorización del genero, o la ambigüedad del mismo, y ahora sería El Buen@, El Fe@ y el Mal@, como colmatación y remate final de la absurdez.
Pero bueno, no si quisiera hablar mas de estas necedades, si no mas bien de otras más relacionadas con el mundo del botamen y la albida bata.
La Necia, o la necedad del pensamiento, nuestro necio personaje fue una compañera de profesión, a la par que se celebraba una asamblea informativo sobre la modificación del actual decreto de Guardias, está espoleo desde su placido y voluminoso asiento, “pues que paguen las guardias, es que no van a dar ayudas a esos rurales”, lo que más me gusto de su necedad fue “a esos rurales”, como si fuéramos entes extraños, parásitos del ultramundo, o sanguijuelas infectas que chupan de sus aureadas venas. La verdad que me hubiera gustado preguntarle a nuestra necia y adinerada compañera, cual es el verdadero motivo de la planificación farmacéutico, por qué no se establece la libertad de empresa y el libre establecimiento. Seguro que me respondería desde la perspectiva más reflexiva que su necia necedad fuera capaz de argumentar “pues muy fácil para poder ir yo al colegio de farmacéuticos y pasearme por toda la provincia en mi flamante mercedes blanco y lucir las joyas que luzco”, y no necia no, tendríamos que interpelarla; los rurales, a los que tu denominas “esos rurales”, son los que están perpetuando tu cómoda y placida existencia, sin su existencia la tuya tampoco tendría sentido, así que por lo que te conviene tratarlos por lo menos con respeto, si no más con respeto y admiración, y defiéndeles por que son la base de tu pervivencia. Y aunque el farmacéutico rural fuera percibido como un parásito inmundo por parte de los farmacéuticos ávidos de orondez, ya que si se redefinieran mecanismos correctores estos deberían ser emanados de estas farmacias con mejor ubicación y por allende mejor facturación, con un objetivo claro garantizaran la pervivencia de estas pequeñas boticas, que reflexionen, y cuanto menos los perciban, no como ávidos parásitos estranguladores de su codicia, si no como parásitos simbióticos, ya que garantizan la Súper-vivencia *(Separado adrede). En la antigua Roma dos atributos se valoraban para ser un buen legionario, por encima incluso de la fuerza y la destreza, estos eran, la impeditía y la simplicitas, la simpleza y la ignorancia, Es plausible que de de vivir en la época de los cesares nuestra necia hubiera sido una mortaz legionaria. No olvidemos que la capilaridad es la base de la regulación, si una desaparece la otra carece de sentido.
La burdez, la burdez no es atributo de un solo boticario, mas bien buena parte de nuestro colectivo podría redefinirse dentro de este vocablo, no se ni me importa, quien esta detrás sibilina campaña que estos días pasados inundado unas cuantas publicaciones periodísticas http://www.lne.es/sociedad-cultura/2012/03/04/poseer-farmacia-tesoro/1208837.html, estas casualidades suelen ser más causalidad que casualidad, esta argumentación que tiene su cierta verdad, esta totalmente devaluada, cuando, por ejemplo, el profano a la profesión es advertido de los elevados precios de los traspasos, nadie compra una ruina a precio de moneda de pecio, No debemos construir Castillos de Arena que al mínimo golpe de viento se derrumban, creo que no debemos difundir, si alguien dentro del colectivo lo esta haciendo, este tipo de noticias ya que como un boomerang se pueden volver en nuestra contra, y por allende desvirtúa a los pequeños farmacéuticos cuya viabilidad y continuidad en el ejerció de su profesión si que esta realmente comprometida; Pero realmente, lo que si me ha preocupado es la noticia aparecida este lunes en el correo farmacéutico http://www.correofarmaceutico.com/2012/03/05/al-dia/profesion/la-racionalizacion-de-las-guardias-inicio-del-cambio-en-la-planificacion , de unir la racionalización de las guardias a un cambio en la planificación farmacéutica. Es burdo unir estos dos conceptos totalmente dispares, el sistema de guardias en algunos casos esta sobredimensionado a las necesidades actuales y necesita una reorganización, pero ensamblarlo con la planificación, es una disparatada y enloquecida absurdez que ni racionaliza lo primero ni contribuye a la percepción que la sociedad debe tener de la farmacia comunitaria, ni por supuesto aborda seriamente el problema de la perdida de rentabilidad de la farmacia, ni ofrece alternativas serias que doten de estabilidad económica a las oficinas de farmacia; es burdo, pero burdo argumentar, “ como ganamos menos, pues que haya menos farmacias y así ganaremos cuanto menos lo mismo”; a mas si cabe en un momento como el actual, donde los servicios sociales y sanitarios están seriamente comprometido y las políticas liberalizadoras se ciernen sobre todo el territorio peninsular. Cambiar la planificación con el objeto de aumentar los ratio poblacionales atendidos por las farmacias, y desposeer a numerosas poblaciones y barriadas del servicio farmacéutico, soslayando la necesidad de estas políticas dada constante perdida de rentabilidad de la farmacia, es un planteamiento miope y cortoplacista que lejos de fortalecer a la farmacia española la hará mas débil y mas expuestas a los vaivenes del mercado. En el Siglo XIV, ciudades intentaron protegerse de sus enemigos haciendo sus murallas más grandes y aisladas con profundas fosas y torres albarranas, que fortalecían sus creencias de seguridad y protección contra las ordás invasoras, pero esto era una quimérica ilusión, al creerse más protegidos fueron más vulnerables, el motivo era sencillo la pólvora había hecho su aparición, y las murallas habían perdido todo su sentido, no le pasara al colectivo como a estas ciudades.
Paco Guardia.
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