Traemos nuevamente aquí la opinión de nuestra compañera cántabra, Silvia Quiñones.
En esta ocasión responde a unas declaraciones de la presidenta del COF de Cantabria publicadas en el Diario Montañés, que no podemos reproducir al no haber encontrado el link, pero que se puede colegir de su escrito de respuesta, irían encaminadas a la estrategia defensiva contra el proyecto que desliga titularidad-propiedad en la oficina de farmacia, y que usa nuevamente entre sus principales argumentos la capilaridad, garantizada por la farmacia rural.
Silvia la ha enviado a prensa y el 08 de Febrero fue publicada en El Diario Alerta, otro medio de comunicación de Cantabria. Tienen un formato de visualización de sus números en pdf bastante atractivo, pero su hemeroteca aún no funciona, por ello vamos a reproducir la carta en este blog para poner nuestro granito de arena a ayudar a su difusión. Nos la ha hecho llegar la propia Silvia con permiso para su reproducción, permiso extensible a tod@ aquel que quiera difundirla por lo que si algún medio quiere... ya sabe, sólo tiene que copiarla y pegarla, ya que ella ha dado el OK para ello.
Sin más, ahí lo lleváis:
EL MODELO ACTUAL DE FARMACIAS... ¿NO SE DEBE TOCAR?
Hace
escasos días, en este periódico, la Presidenta del Colegio de Farmacéuticos
reivindicaba el modelo actual de farmacia del modo que sigue, sic: “el modelo actual no se debe tocar”.Y ello
a pesar de reconocer que llevaba a un 25% de las farmacias a una situación
crítica.
Posiblemente,
expresión tan taxativa, arropaba un interés más que una opinión, y es
compresible que lo haga, porque al hacerlo,defiende una fuerte situación de
privilegio económico, enquistada en la misma esencia de su ser corporativo.Pero
causa perplejidad que en su pretensión invoque a los pacientes, a quienes nadie
ha preguntado.
En
su argumentario expresaba su temor a que si se liberalizasen las farmacias, se
cerraran aquellas que no fuesen rentables. Sin caer en la cuenta de que las
farmacias rurales ya se están cerrando.
En una
cosa coincido con la Presidenta, las grandes cadenas tendrían interés económico
en las farmacias,eso sí, en las de poblaciones de más de 1000 habitantes,
interés económico que comparten Colegio y cadenas. Ese mismo interés se muda en
desinterés, también compartido, para con las de ámbito rural; las razones resultan obvias.
Tampoco
parece suficiente ni favorecedora del actual modelo,su simple propuesta de mejora
de la formación continuada, pues ésta es especialmente difícil para las
farmacias rurales tan alejadas y dispersas.Y con todo,su exposición adolece, a
las claras, de un desconocimiento y una lejanía del Colegio sobre el diagnóstico
cierto de los problemas del día a día, a saber: desabastecimientos (muchos
fármacos no llegan a las farmacias rurales), inviabilidad económica,
necesidades de inversión(receta electrónica y su mantenimiento), modificaciones
de la población (descensos o aumentos), adecuación asistencial con reubicación
de farmacias rurales…
Pero,
más allá de la opinión del Colegio, lo cierto es que es a la Administración,
Gobierno de Cantabria, a quien corresponde el deber y la obligación de
garantizar y planificar la prestación farmacéutica. Asegurando así la
viabilidad económica de las farmacias abiertas, favoreciendo su redistribución conforme
se van modificando las poblaciones a las
que atienden, vigilando los desabastecimientos, facilitando la formación
continuada de todas las farmacias abiertas y permitiendo, al fin, la
participación de todas en los programas de protección de la salud, como en la
de detección del Sida, deshabituación tabáquica, desayunos saludables… todo
ello en beneficio de la comunidad a la que sirven. Hasta ahora de nada de esto
se ha preocupado; habiendo permanecido la Consejería de Sanidad casi abducida
–si se me permite la expresión- por el Colegio de Farmacéuticos.
Porque
si fuera cierto que en el actual sistema prima la vertiente sanitaria sobre la
económica, nadie debiera impedir abrir más farmacias al lado de aquéllas que
tienen facturaciones de escándalo (con atención robotizada), o cambiar el
sistema de retribución. Permitiendo de este modo una atención más personalizada,
junto con una atención farmacéutica y un seguimiento terapéutico más adecuado.
Lo
cierto es que si un 25% de las farmacias está en situación crítica el sistema
parece que no funciona muy bien. Por eso es difícil entender que los propios
farmacéuticos, y en particular su Colegio, no pidan su cambio.Y que los que
realmente estamos en situación desesperada no suscitemos ni la solidaridad ni
la comprensión del resto. Y más grave aún, si cabe, la inacción correctora que debiera realizar la Consejería de Sanidad.
“El modelo actual no se debe tocar”,
por la cuenta que le trae, pero es la Consejería quien tiene el deber y la
obligación de tutelar el interés general,que no el de unos pocos...
¿Hay alguien
en la Consejería de Sanidad?
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