A nadie que
ejerza en la botica se le puede ilustrar que tras la dispensación –entrega del
medicamento y consejo añadido- viene más trabajo. A saber: pedido para reponer,
revisión de lo recibido, colocación en estanterías, revisión de caducidades,
devolución de medicamentos caducados y/o deteriorados, firma y sellado de
recetas, registro de psicótropos y estupefacientes en libros oficiales...
además de revisión de documentación recibida para estar al día de, los cada vez más
numerosos, cambios en la reglamentación sobre medicamentos y,
por supuesto, todas las funciones encomendadas por la variada legislación
autonómica que corresponda. Por no entrar en la actividad de atención
farmacéutica que va más allá del consejo.
Se podría
hacer una media de actuaciones, como en todo, entre las que no conllevan
entrega de medicamento –consejo únicamente- y la mera dispensación, para poder
determinar, cuantificando en unidad de tiempo, el volumen de actividad que
puede realizar un farmacéutico de oficina de farmacia, no olvidando la venta libre.
En Castilla
y León han reglamentado al respecto, decreto 12/2011, de 17 de marzo, y la fórmula
que se ha de aplicar es la siguiente:
N = P + (1,91 × A)
Donde:
N=
Número total de dispensaciones.
P=
Número total de recetas de pensionistas dispensadas del Sistema Nacional de
Salud.
A=
Número total de recetas dispensadas de activos del Sistema Nacional de Salud.
El
factor de corrección 1,91 tiene por objeto cuantificar el número de actos de
dispensación que se realizan en las oficinas de farmacia no sometidas a recetas
del Sistema Nacional de Salud.
Pero
falta por reglamentar la cantidad de dispensaciones que puede realizar cada
farmacéutico.
Lo que está claro es que los farmacéuticos
somos limitados y abarcamos lo que abarcamos. ¿Cuánto podemos abarcar? Me
gustaría reflexionáramos al respecto y sacáramos conclusiones ahora que tanto
se habla de modelos mixtos retributivos como posible solución a la inviabilidad
de las farmacias.
Me surgen
muchas más preguntas al respecto, quién sabe si podré plasmarlas en algún
estudio, y de todas ellas la que considero prioritaria es la
referente a si al farmacéutico de botica se le saca poco partido por el sistema
sanitario –no me atrevo a calificarlo como sistema nacional de salud ahora que
hay voces que lo renombran de nuevo sistema de seguridad social- como agente
sanitario.
La carga de
burocracia que tiene que soportar el farmacéutico en una oficina de farmacia no
es mayor ni menor que la que lleva un médico de atención primaria que cada día
recibe en su consulta a los pacientes que después van a la botica. Es algo
inherente a la profesión. Pero el trabajo como sanitario que se desempeña es la
esencia de cada acto realizado. Y para ello también se requiere su tiempo. Información
sobre el tiempo necesario para cada paciente en la consulta médica existe: http://www.ser.es/ArchivosDESCARGABLES/Tiemposminimos.pdf
http://www.intramed.net/contenidover.asp?contenidoID=51716
dotando una base de diez minutos como mínimo para la atención médica. No he encontrado, sin embargo, hasta ahora
nada para conocer el que necesita un farmacéutico.
Lejos de mi
intención está orientar hacia una funcionarización de la profesión. Considero
la oficina de farmacia un establecimiento sanitario privado de interés público.
Pero ello no es óbice para que el farmacéutico que ejerza en la botica lo
haga sin unas condiciones mínimas exigibles que me gustaría la profesión
defendiera para todos y cada uno de los colegas. Igualmente considero que valorar debidamente el factor tiempo/acto profesional es imprescindible para ahondar en cualquier cambio en el modelo retributivo. Nuestro tiempo es nuestro valor principal como profesionales de la salud.
En fin,
seguiremos atados al mostrador viendo como pasan los años, dando gracias por la
enorme suerte de poder ejercer en lo que nos gusta y, lamentando la falta de
perspectivas de futuro que son tan necesarias para un farmacéutico y además
rural.
Saludos.
Andrés Reviriego.
Saludos.
Andrés Reviriego.
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