Escribo este post tras leer el editorial del número 447 de la revista El Farmacéutico titulado: En guardia.
Lo traigo a este pequeño hueco en la red, no porque hable sobre la farmacia rural -que también-, sino porque trata un tema tan importante como la necesidad de replantearse el actual Modelo Español de Farmacia y realizar ajustes en el mismo.
En mi opinión, el texto realiza un análisis bastante aséptico de la situación, sin entrar en sentimentalismos, afrontando el problema con un editorial valiente que se une a la línea autocrítica sobre la profesión que ya seguía la revista y que, a mi juicio, dió un paso más al analizar el Congreso de Bilbao.
Este espíritu autocrítico, tan necesario en cualquier sector, lo es aún más si cabe en el nuestro, tan proclive a escudarse en un concepto erróneo de lealtad institucional y que pone todo su empeño en cercenar las opiniones contrarias a lo que yo llamo "la línea oficialista", por eso aprovecho el ejemplo que me ofrece el editorial de la revista para reclamar este ejercicio de reflexión interna como la mejor forma de favorecer el afloramiento de ideas y su confrontación para, entre todos, poner los cimientos que conduzcan a la construcción del futuro de esta profesión.
Os lo reproduzco de forma íntegra (agradeciendo de nuevo a mi madre que me apuntara en su momento a clases de mecanografía), algo que espero ayude a su difusión y que no moleste a Ediciones Mayo, si es así, será retirado, pero creo que el texto lo merece, aquí va:
En guardia
Vive y trabaja en un pequeño pueblo rural de apenas 500 habitantes. Las lentas horas son el único compañero que nunca falla en su farmacia, está pendiente del lento goteo de sus pacientes. Está siempre en guardia; de guardia. Las vacaciones son un lujo difícil de compatibilizar con su permanente disponibilidad. Su vida profesional es exigente, pero lo más duro es convivir con la incertidumbre sobre el futuro y la escasez de expectativas...
Podríamos continuar y, de paso, completar un interesante capítulo de una novela sobre la farmacia, el capítulo dedicado al farmacéutico rural, pero no es el lugar ni el momento para la literatura. Sí parece oportuno, sin embargo, volver al tema de la farmacia rural, en un momento en el que han aparecido numerosas informaciones sobre este asunto; muchas de ellas, centradas en el nivel de exigencia que, para estos farmacéuticos, supone el sistema de guardias.
El Modelo de farmacia que existe en España tiene dos grandes rasgos que configuran su personalidad: la propiedad privada ligada a la titularidad profesional y la planificación territorial. El entramado legislativo y administrativo necesario para desarrollar este modelo es complejo, pero el resultado final a grandes rasgos es satisfactorio según todas las encuestas publicadas. No existe un modelo de organización perfecto, y el nuestro no es una excepción; una capilaridad tan extrema como la que es capaz de ofrecer el modelo español genera desequilibrios internos, actualmente agudizados por la crisis económica, que merecen ser analizados. Un ejemplo de esta delicada situación de desequilibrio es el esfuerzo excesivo que representa para los profesionales que regentan las farmacias que atienden a municipios ó núcleos de población pequeños y aislados la obligatoriedad de prestar servicio permanente.
Las propuestas, algunas sólo pueden clasificarse de globos sonda, para buscar solución a esta situación se han multiplicado en 2010 y siguen en el 2011. Se habla de convertir estas farmacias en botiquines, se sugiere la posibilidad de una comarcalización del modelo farmacéutico, se espera con expectación el estudio que está elaborando el Consejo General... pero quizás antes habría que preguntarse por qué se ha llegado a esta situación. Olvido quizá sea la palabra más adecuada. Es difícil acordarse de estos farmacéuticos que a pesar de estar ahí siempre, tan poca visibilidad han tenido hasta ahora. Y sin embargo, la cifra de farmacéuticos rurales no es anecdótica: según datos recientes, hay 1076 farmacias en poblaciones de menos de 500 habitantes. 1076 farmacias que, para su subsistencia, dependen casi exclusivamente de las recetas del SNS y que viven una eterna guardia.
Quizás uno de los aspectos positivos de la crisis sea la visibilidad que han conseguido las farmacias rurales. Hasta ahora su contribución parecía limitarse a hacer bulto para que se pudiera decir aquello de que siempre hay una farmacia cerca. Nadie parecía plantearse que esta proximidad tenía un coste. Un coste que, además, quizá sea insostenible. Resolver los problemas de la farmacia rural va a requerir el esfuerzo de todos los actores implicados para afrontar ajustes en el modelo. No va a ser fácil, nunca lo es, pero los farmacéuticos rurales no deben bajar la guardia y el sector debería estar atento.
(*) Editorial publicado en el nº 447 de la revista El Farmacéutico
Os recomiendo el número completo, pero en particular, por ahondar de nuevo en la autocrítica, el artículo titulado Atención Farmacéutica. El Farmacéutico y sus siete zapatos sucios.
Desde el pueblo más pequeño de la provincia de Sevilla....
Un fuerte abrazo a tod@s,
Javier
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