Desde hace unos años a esta parte, quizá ahora más todavía, muchos de los recién licenciados en farmacia emprenden viaje a Reino Unido para comenzar una carrera profesional que aquí esta muy, pero que muy complicada.
Cuando trato el tema es inevitable que recuerde a mi hermana. Ella estudió químicas, aunque prefería el diseño técnico. Mi madre le impuso que hiciera una carrera universitaria… ¡como sus hermanos¡… que no iba a ser menos por ser chica. ¡Como si ser aparejador o arquitecto técnico o, más adelante, arquitecto superior no fuera universitario¡. En fin… ¡y eso que era maestra¡.
Por aquel entonces su novio estudiaba farmacia. Su familia tenía y tiene tres farmacias y como quiera que el chico no terminara la carrera, al finalizar químicas fue convencida por esa familia para que estudiara farmacia. Y cuando terminó farmacia y como su novio seguía sin acabar decidió, con mi apoyo, marchar a Inglaterra a trabajar en Boots. Fue el fin de su noviazgo tras once años…pero eso es otra historia.
Trabajó en varias farmacias por toda Inglaterra y creo que también en Gales y Escocia, no estoy muy seguro, y tras unos cuantos años dio un salto a la farmacia hospitalaria. Es en la práctica hospitalaria donde me quedé asombrado de las diferencias con el ejercicio de los farmacéuticos hospitalarios en España. Allí, según me contaba, no existe la especialidad de farmacología clínica para médicos. Algunos de mis compañeros de carrera se sorprendieron cuando descubrieron que en los hospitales españoles la farmacología clínica la llevaban los médicos. Yo también.
Me contaba que en el hospital, los farmacéuticos pasan la visita con los médicos y son los farmacéuticos, una vez diagnosticados los pacientes, quienes llevan conjuntamente con los galenos las decisiones y responsabilidades de los tratamientos. Están integrados en todos los servicios, empiezan en traumatología y continúan en el resto. Las hojas de tratamiento han de ser firmadas por el farmacéutico y medico sin las cuales no son dispensadas en la farmacia del hospital e incluso el farmacéutico corrige, con bolígrafo verde, los tratamientos que considera erróneos.
Más tarde volvió a España y después de realizar un master de registro en el COF de Madrid, regresó a Inglaterra para trabajar en la agencia inglesa del medicamento y después de rechazar un contrato para la agencia europea del medicamento, prefería volver a su tierra, fichó por un laboratorio farmacéutico. En la actualidad sigue en la industria.
Bueno, pues en resumidas cuentas esa es la historia profesional de mi hermana, como la de tantos otros que empiezan allende nuestras fronteras. Unos vuelven y otros continúan.
Pero a la vista de la farmacia inglesa lo que más me sorprende de todo es que no luchemos más por nuestro lugar en la farmacia hospitalaria. Creo que nuestra profesión dedica demasiados recursos a mantener una propiedad olvidándose de la nuestra verdadera esencia. Somos sanitarios y farmacólogos y que nos hayan desplazado, hace demasiados años ya, no es de recibo.
Creo que tendríamos que luchar por nuestra faceta de científicos, de sanitarios, y reivindicar, pero de verdad, que somos farmacólogos con mejor derecho, por formación, que ninguna otra profesión sanitaria.
Un saludo,
Andrés C.
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