sábado, 10 de julio de 2010

Reflexiones en la Soledad del Farmacéutico Rural (y XII)

LA COMUNIDAD

Recuerdo cuando comentaba en mis artículos que tenía mucho tiempo libre, que me aburría viendo pasar los coches -los pocos que pasan- por la puerta de mi farmacia. Recuerdo las tardes sentado en una butaca frente a la puerta de entrada, mientras devoraba libros de lectura, matando el tiempo en espera de alguien a quien atender.

Este aburrimiento, que a imagen y semejanza del cielo gris plomizo que anuncia un empeoramiento en las condiciones meteorológicas minaba poco a poco mi ánimo iba cediendo terreno frente a un incesante trabajo, lento pero constante en la búsqueda de mejoras en la farmacia rural, unas mejoras con una meta en el horizonte, hacer más justo un Modelo de Farmacia que otros consideran inmejorable.

Es esta sensación de injusticia la que te hace sentir un pellizco en el estómago, una punzada que nunca sentirá el que carece de ese gen en su dotación cromosómica, un gen cuya activación provoca una cadena de reacciones que desembocan en un aumento en la liberación de adrenalina en respuesta ante cualquier orden establecido que no se ajuste a principios básicos de justicia y equidad, pérdida de tiempo y de energía, una inutilidad, pensarán algunos, otros sin embargo no lo podemos evitar. 

Todo en sí ha constituido un proceso en el que multitud de ideas asaltaban mi cabeza mientras, sin apenas darme cuenta, me adentraba cada vez más en el fango de las estructuras de la profesión, un fango que se adhiere a tus zapatos y se pega a sus suelas, aumentando a cada paso la dificultad a la hora de avanzar y que, por mucho que te remangues los pantalones al final termina impregnándote por completo.

El sistema es tan lento que es capaz de aburrir a cualquiera, los tempos en política -aunque ésta sea farmacéutica- se miden de forma distinta a las necesidades, y éstas últimas suelen ser más imperiosas -en cuanto a resultados- que el camino necesario para intentar alcanzar su resolución. 

Hecha esta larguísima introducción me centraré en el motivo de estas Reflexiones que, curiosidades de la vida, es la entrada número 300 de este blog, un número que en este caso no tiene nada que ver con la película, por ello aprovecharé para "celebrarlo" con un post algo más largo que los demás, espero que me "dispenseis" por esta licencia que hoy me tomo.

Como decía, tengo cada vez menos tiempo y por ello guardo algunos artículos que, así a vuela pluma, me parece que pueden ser interesantes, por eso les reservo su "sitio" en la montaña de papeles que suelo acumular en el lado izquierdo de mi escritorio (por llamar de alguna forma al pequeño mueble blanco y a su pequeña superficie sobre la que sello las recetas). Hoy he retomado uno de ellos, apareció en la revista de CECOFAR con el título “Consumidores y Ciudadanos “y fue publicado en el nº 168 del butlletí electrònic del Centre d’Estudis Jordi Pujol (a ver si el Word se entera que no está mal escrito, es catalán).
 

El artículo no me ha defraudado, aunque era de esperar viniendo de tan insigne personaje, el que fuera President de la Generalitat trata en él la forma de interactuar entre los consumidores y los supermercados, realizando al mismo tiempo una comparativa entre el consumidor que simplemente busca la oferta y no le importa quién se la ofrezca como tampoco le importa la suerte del supermercado que se la está ofreciendo si para dársela acaba bajando tanto los precios que acaba cerrando ó no porque si la oferta no es suficiente ó el supermercado cierra, este consumidor no tiene inconveniente en irse a otro establecimiento.
 

Compara al ciudadano con un cooperativista, que espera un buen servicio, pero al mismo tiempo se preocupa de la viabilidad de este negocio ya que fue creado por ellos para garantizar un servicio.
 

Da un paso más en su reflexión cuando compara el centro de compras con un Estado ó con una sociedad, compara espíritu consumidor y mentalidad cooperativa indicando que el primero sólo busca el interés individual y no el colectivo, que sólo busca rentabilidad y le importa poco como afecte a la colectividad.  Al final concluye con la reflexión de si Catalunya debe ser simplemente un país de consumidores ó un país de ciudadanos.
 

Traigo todo esto a colación porque hay una frase que "revolotea" en el interior de mi cabeza desde hace tiempo, desde una reunión que mantuvimos entre la comisión de farmacia rural del colegio de Sevilla y el Consejo Andaluz de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (CACOF). En ella, D. Manuel Arenas (el presidente del mismo) dijo una frase que no he olvidado:
 
“Necesitamos a la farmacia rural, debe ser nuestra infantería”.
 

Cuando pienso en infantería, vienen a mi mente imágenes de sangre, batalla, uniformes sucios y soldados arrastrándose en las trincheras, suena a los peones que el jugador de ajedrez mueve en el transcurso de la partida y que está dispuesto a sacrificar para proteger a otras piezas más valiosas. Aplicar a la farmacia rural el calificativo de la infantería de la farmacia, lejos de ser inapropiado se asemeja mucho a la realidad, se nos ha obligado a ejercer en poblaciones sin más servicios en muchos casos que la misma OF. Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid se aprovechó para dotar de servicio sanitario permanente lugares donde la misma Administración los había eliminado por falta de rentabilidad, obligándote a estar de guardia todo el año sin ni siquiera pensar por un momento que este garante de la Sanidad es humano y puede caer enfermo ó simplemente necesite de vez en cuando tomarse unas pequeñas vacaciones.
 
Resulta curiosa a la vez que contradictoria la relación entre nuestra importancia y lo que hasta ahora ha estado dispuesto el “alto mando” a concedernos, hasta el infante recién incorporado al cuerpo recibe su uniforme, cama, comida, así  como la paga y el armamento reglamentarios, en nuestro caso se nos ha exhibido en primera línea como único argumento al objeto de mantener el status de unos cuantos, y en contraprestación nos han obligado a exiliarnos para poder ejercer nuestra profesión.


Dejando al margen la idoneidad del símil bélico, realmente la farmacia rural ha sido hasta la fecha el estandarte y la única defensa del modelo farmacéutico español. Si consideramos el Modelo como una colectividad de la que también forman parte las farmacias rurales, el farmacéutico bien situado ó desahogado económicamente, debe tener presente que este Modelo español de Farmacia sólo podrá continuar actuando de forma cooperativista. Actuar con un espíritu estrictamente consumidor buscando un beneficio personal sin pensar en el conjunto pone en peligro todo el sistema.
 
No obstante, a día de hoy algo parece que está cambiando en las altas esferas de la profesión, no conocemos aún el sentido de este cambio que yo percibo, tampoco sé si se rige de nuevo por un interés de hacer uso de nuestra situación ó por el contrario responde a un cambio de visión del Modelo más cercano a una colectividad, pero sigo creyendo en las personas -quizás por mi carácter optimista-, sólo espero que los tempos no conviertan este proceso en eterno y que esta idea de comunidad (ya se deba a interés personal ó colectivo, no me importa en absoluto) redunde en soluciones a los problemas de muchos compañeros.


Quiero pensar que mucha culpa de este cambio lo ha tenido la constitución de la SEFAR, dando respuesta al vacío que la farmacia rural tenía a nivel nacional, proporcionando a los "de arriba" un interlocutor que conoce fielmente lo que ocurre en esta particular forma de ejercicio.

Seguiremos trabajando para ello, a pesar de la gran cantidad de barro que hemos pisado, tengo la sensación de que éste es ahora más ligero, esperemos que todo continue en esta línea porque la esperanza de muchos compañeros depende de ello.


Desde el pueblo más pequeño de la provincia de Sevilla....


Un fuerte abrazo a tod@s, gracias por vuestra lectura y por contribuir a que este pequeño hueco en la red haya cumplido su segundo año, todo es gracias a vosotros.

Javier

4 comentarios:

Nuwanda dijo...

Pues me da la impresión (dentro de mi ignorancia sobre los posibles pasos que se estén dando) que el globo de estos últimos tiempos ya se ha pinchado...y de nuevo quedaremos como estábamos: llevándonos golpes por todos lados. Otra bajada más a final de año...y ya no pasa nada. Cada año más trabajo, cada año menos beneficios...sinceramente a mí se me ha agotado el romanticismo. Un abrazo.
jaime

Unknown dijo...

Hola Jaime,
Gracias de nuevo por tu comentario.

Sobre tus impresiones, lamento si se ha dado la imagen de que se iba a solucionar la problemática en tres meses. No era la intención ni responde a la realidad, como cuento en las reflexiones son percepciones de CAMBIOS DE ACTITUD, el primer paso para que en un presente -y si en ese cambio de actitud hay VOLUNTAD DE CAMBIAR COSAS (eso aún no se sabe)- se puedan sentar las bases de colaboración que en un futuro puedan conducir a solucionar situaciones insostenibles.

Obviamente comparto contigo que son malos tiempos para los romanticismos y lamentablemente, los caminos en política farmacéutica son lentos, aparentemente eternos y farragosos, pero creo que la senda es la correcta... ¿los resultados? el tiempo dirá, sólo espero que este tiempo no sea excesivo y que los resultados no lleguen tarde.

Abrazos,
Javier

Nuwanda dijo...

No, si soy muy consciente de que las cosas de palacio van despacio y estoy seguro de que, al menos desde SEFAR, se estará haciendo todo lo posible...pero son muchos años ya de ver cómo se ningunea a la farmacia rural a la hora de tomar medidas de ahorro obviando que la situación económica de los distintos tipos de oficinas de farmacia es radicalmente diferente. Es que me quema estar de guardia gratuita 6 meses al año y ver cómo cada vez este esfuerzo está menos recompensado mientras desde el Colegio me dicen "no levantemos mucho la voz que puede ser peor". En el fondo, tal vez sólo sea una necesidad de desahogo de vez en cuando. Un abrazo.
Jaime

Unknown dijo...

Uno de los motivos de la creación de este blog Jaime, la de tener un lugar donde desahogarse.
A mí al menos me ha servido para eso y para conocer a compañeros como tú.
Abrazos,
Javier