jueves, 16 de abril de 2009

Reflexiones en la Soledad del Farmacéutico Rural. (y II)


APOYO MUTUO
Mal camino lleva el que piense que está sólo en el mundo y no necesita ayuda de nadie.
El ser humano desde su nacimiento necesita del apoyo de su madre, crece a la sombra de ésta que actúa a modo de paraguas protector frente a las eventualidades que se le presentan durante su crecimiento, dada la escasa autonomía que tiene.
El apoyo de su madre es algo imprescindible para su desarrollo físico y emocional, y así, junto a ella, comienza a crecer libre de todo peligro. A medida que el bebé se transforma en niño, aumenta su autonomía y de forma proporcional disminuye la dependencia de su madre, pero aún así, sigue dependiendo de ésta, entre otras cosas, para alimentarse y nutrirse. El niño devuelve esta asistencia a modo de cariño, algo en apariencia fatuo, pero más que suficiente para la madre, y es que el papel de ésta es el más desagradecido de todos los roles de la familia, ya que es quién más da a cambio de menos.
El grado de importancia de la madre va disminuyendo con el paso de los años, y el niño, ya adolescente, una vez que encuentra una pareja, va otorgando una mayor importancia a ésta, y si la pareja funciona bien, él/ella será su principal apoyo. Junto a su pareja será capaz de sortear y superar todas las trabas que encuentre en el camino, porque siempre tendrá alguien a su lado que le escuche, le aporte su opinión, y lo más importante, le dé un punto de vista diferente al suyo.
Un buen amigo me dijo no hace mucho tiempo una frase que se me quedó grabada en la memoria, y que considero magnífica, por ello quiero compartirla con vosotros, la frase era la siguiente: Mi mujer me ha hecho mejor persona. Sólo personas como él, por su preparación y su sabiduría, son capaces de hacer un uso tan magnífico y económico del lenguaje demostrando que no es necesario usar muchas palabras para decir algo tan bonito. Yo en cambio, me enredo, a veces en exceso, en los vericuetos del lenguaje, abusando de las palabras para expresar mis ideas y sentimientos, por ello, pido disculpas por este abuso y doy gracias por conocer a personas como él, que me permiten aprender, y que ha logrado sintetizar en muy pocas palabras un sentimiento, y con ellas, ha homenajeado a la que es su compañera, en este caso su esposa, la persona que le da apoyo moral, la persona con la que comparte la gran mayoría de las cosas que le suceden a lo largo de su vida, para bien y para mal, la persona con la que comparte unos sentimientos y unas ilusiones y la que le da su opinión, aunque sea contraria a la suya, aportándole otra visión de las cosas.
La sociedad ha cambiado con el transcurso de los años, vivimos en pleno siglo XXI y los habitantes de los pueblos llevan varios decenios emigrando a las ciudades, convirtiendo a los primeros en pequeños y a las segundas en cada vez mayores, esto ha generado también una centralización de todo tipo de servicios, donde antes había varios establecimientos y profesionales de lo más diverso –zapaterías, carnicerías, médico, veterinario, farmacéutico, cura,…- , en la actualidad, y dada la escasa rentabilidad de ejercer en estos lugares, en muchos de ellos tan solo queda el farmacéutico, cual rara avis que aún sobrevive en lugares donde uno se sorprende que todavía haya viviendas habitadas.
Esta diferencia tan obvia existe también entre farmacia urbana y farmacia rural, dos establecimientos que caminan englobados en un mismo sistema, con las mismas exigencias y diferentes recompensas a su trabajo.
La soledad que habitualmente me acompaña me hace reflexionar, quizás demasiado, y a veces pienso, si la farmacia rural necesitaría un status especial que haga patente la clara diferencia entre estos dos tipos de establecimientos. El problema de ese status especial es que produciría de forma indefectible una escisión en el actual modelo, que daría lugar a dos modelos farmacéuticos, uno desarrollado en el medio urbano y otro en el medio rural, de forma que garantizaría la asistencia farmacéutica, tal y como lo hace ahora, en lugares muy remotos de la geografía española, pero negociando de forma independiente, cuáles son los servicios a prestar, y cuales las retribuciones necesarias para poder prestarlos, garantizando de esta forma unos ingresos dignos que actualmente no se perciben y que podríamos calificar de indecentes.
No sé, porque no tengo la respuesta, si lo mejor sería que farmacia rural y farmacia urbana caminaran de forma separada, para así evitar, que esta “especie en extinción” en la que se ha convertido el farmacéutico rural, pueda luchar por conseguir “programas de recuperación de la especie” que al menos garanticen que siga existiendo allá donde ahora existe y que si en algún momento decidiera cambiar de aires pudiera hacerlo.
Como digo, no tengo la respuesta, pero sí espero un cambio en la mentalidad de nuestros dirigentes, y una buena muestra de ello a modo de pequeña concesión sería la creación de una Vocalía de Farmacia Rural en el Consejo General, no son excusas los anticuados estatutos ni otras nimiedades, creo que es una deuda que tienen con la farmacia rural a la que no pueden seguir dejando arrinconada, la presencia de nuestro colectivo en el Consejo fortalecería el modelo de asistencia farmacéutica al paciente y facilitaría que entre todos pudiéramos comenzar a buscar soluciones a situaciones, que en muchos casos, comienzan a ser insostenibles.
Siempre será mejor y más fácil para todos, caminar juntos buscando un apoyo mutuo, algo que en la actualidad no se da, y que en mi modesta opinión es necesario e imprescindible, porque no nos engañemos, la farmacia urbana necesita de la farmacia rural, y ésta necesita de la urbana, es mejor para ambas avanzar de la mano sin olvidar el objetivo común que le da su razón de ser a la profesión, su contribución al bienestar del paciente.
Desde el pueblo más pequeño de la provincia de Sevilla……………
Javier

4 comentarios:

andres dijo...

A veces me hago la siguiente pregunta:

¿Vamos todos en el mismo barco o esto es una flota en la que el almirante mima a unos y desprecia a otros?

Un saludo,

Andrés.

Fco. Javier Guerrero dijo...

Vamos todos en el mismo barco, el problema es que dependiendo de la parte del barco donde navegues sentirás más ó menos el oleaje. A la farmacia rural le ha tocado, ó mejor dicho, la han ubicado en la proa, y el problema es que esta zona es la que más sufre los embites del mar y las tempestades. Otros sin embargo, navegan en el puente de mando ó en los camarotes VIP`S y no les importa mucho las características del oleaje, ya que su navegación es más placentera.
Aún así y en mi modesta opinión, siempre será más fácil si nos sentamos a discutir los problemas de tú a tú y se trabaja de forma conjunta para intentar mejorar las condiciones de trabajo de TODOS los profesionales que trabajan en las distintas OF del país ayudando de forma preferente a los más necesitados, pero claro, para eso es necesario que nos dejen sentarnos en la misma mesa.
Un saludo a todos,
Javier

Nuwanda dijo...

Antes de nada, enhorabuena por el blog. Como farmacéutico rural no me siento solo, me basta con el cariño de mis pacientes, lo que me siento, más veces de las que me gustaría, es indignado. Indignado con un Consejo y un Colegio que sólo se acuerdan de mí cuando pintan bastos, cuando suenan las tompetas de la liberalización nos enseñan como al hijo tonto que se exhibe para obtener una ayuda pero al que se esconde el resto del año. Indignado con muchos compañeros "de capital" que hablan maravillas de la Farmacia Rural (con mayúsculas)cuando les interesa pero se olvidan que, por ejemplo, aumentar el beneficio medio punto a costa de comprometer a las Cooperativas (que son las que nos salvan la vida a los "pequeños")nos puede acabar matando. Indignado con tener que hacer 6 meses de guardia al año para que un paciente no tenga que coger el coche 10 minutos para una urgentísima necesidad de comprar compresas cuando en una ciudad necesitaría más de media hora en hacerlo y nadie dice nada. Indignado con ciert@s compañer@s iluminad@s que pretenden darme lecciones de Atención Farmacéutica para abrirme los ojos y darme cuenta que, lo que yo creía que era eso (conocer a mis pacientes, saber lo que les pasa, asesorarles, atender llamadas de madrugada, hablar con su médico, traducirles los informes médicos, explicarles lo que el médico ha dado por supuesto, etc) no lo es, no; al parecer la AF es tener un despacho (¿dónde lo meto?), hacer cursos y seminarios todas las semanas (¿cierro la farmacia?) y tener pegatinas y posters para mis pacientes. En fín, la lista sería interminable.
Aún así, esto es lo que me gusta, es mi vocación, aunque desde el primer momento supe que, en esta aventura, sólo iba a contar con mi familia (bendita esposa), mis pacientes y mi ánimo. Un abrazo.
Jaime

Fco. Javier Guerrero dijo...

La alusión a la soledad, hace referencia a las horas que uno pasa solo en el trabajo, la primera vez que hice referencia a ella fue en "Un día gris", escrito en octubre del año pasado durante uno de esos días grises de otoño en los que la falta de pacientes, la lluvia suave y la aparición del frío tras el verano, marcaban el desarrollo de la jornada.
Por supuesto que el cariño de tus pacientes justifica muchas cosas, yo diría que es lo único que justifica el trabajo en un pueblo de poco más de 300 habitantes, como es mi caso, pero por desgracia, del cariño no se come, te da fuerzas, pero no paga los préstamos,lo que si da el trabajo en un pueblo tan pequeño son muchas horas de soledad y mucho tiempo para pensar.
Como bien dices, es indignante el abuso que de nosotros hacen nuestros dirigentes, por eso estamos exigiendo que se nos oiga y que se nos dé nuestro sitio, esto no puede seguir así y es necesario buscar soluciones a los problemas de la farmacia rural.
El primer paso creo que ha sido denunciar la situación abusiva, creo que eso se está consiguiendo y estamos apareciendo continuamente en los medios, haciendo ver una realidad que por la lejanía de nuestro ejercicio es difícil de percibir, el siguiente e imprescindible, sería entrar en los órganos de decisión para una vez allí intentar buscar soluciones a los problemas comunes,baja rentabilidad (en el caso de las farmacias rurales pequeñas), exceso de guardias, posibilidades reales de promoción,dificultad para tomarte unos días de vacaciones ó una sustitución por enfermedad,... en definitiva, mejorar nuestras condiciones laborales, esto sería un reconocimiento real del trabajo que diariamente llevamos a cabo y no los halagos vacíos que habitualmente recibimos.
Bienvenido Jaime y gracias por participar.
Javier