Recuerdo con frecuencia a un profesor de matemáticas, D. Teodosio, que
exigía todas las demostraciones razonadas en nuestras afirmaciones. Poco importaba que fueran
de memoria, pues aquellos límites eran infumables para chavales de 15 años. Este
buen hombre daba clases de matemáticas y de química por las tardes y por las
mañanas se dedicaba a cuidar vacas, que era su verdadera pasión. Era ciertamente
temido –una tarde incluso nos sublevamos contra su metodología- y una de sus
frases que me vienen a la memoria era con la que siempre terminaba una demostración:”…y
no hay más cáscaras…”. En fin, batallitas colegiales.
Bien, en contabilidad como en matemáticas, dos más dos son
cuatro y no hay más cera, como también decía don Teodosio. Si se gasta más de
lo que se ingresa, para cuadrar las cuentas, en algún momento hay que gastar
menos de lo que se ingresa. Ahora o dentro de cincuenta años. A menos que se
piense que es posible prolongarlo a perpetuidad o no importe pasar la bola y el
que venga detrás que arree…Por otra parte no está demás mirar a la historia y
descubrir periodos de gasto excesivo y de ajuste correspondiente, coincidente,
además, con políticas de un color y de otro. Incluso podría ser válida la
referencia bíblica a periodos de vacas gordas y flacas.
Adonde voy con todo esto. Pues a intentar conocer un poco más
los fundamentos de nuestro estado de bienestar y nuestro papel como farmacéuticos.
A intentar saber si es sostenible con los servicios que se prestan y si es
viable, concretamente con la red que se ofrece.
Profundamente creo que con un sistema solidario los recursos
que se aplican en este momento son suficientes para una prestación básica y
esencial. Repito lo de básica y esencial añadiendo que si es necesario también
austera, evitando llevar hasta el último extremo el uso racional del
medicamento. Hay que valorar la libertad y también con límites racionales que
deben ajustarse a la coyuntura. Pero no sé lo que va a venir.
¡Iluso de mí que creo
que el pez grande respetará al pequeño auque sólo sea por la protección interesada
del legislador¡
¿Y qué tiene todo esto que ver con la escuela de Chicago, la
teoría Keynesiana y la narrativa? ¿Con la coherencia y el interés público? A mi
humilde modo de ver y entender no hay que perder de vista la prestación
universal de la sanidad. Gratuita no puede ser porque nada es gratis, se paga
de algún modo, aunque al político le interese que lo parezca. Veremos en los próximos
tiempos como evoluciona el asunto. Pero una cosa deseo y es que independientemente
a quién preste el servicio público éste sea accesible para todos. Creo que sí.
Andrés Corsino Reviriego
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