EL COJO MANTECA
Años 86 y 87, cómo pasa el tiempo, en aquella época era un adolescente desgarbado de 14 ó 15 años, ya medía metro ochenta, pero tan sólo pesaba 57 kilos, era una sombra de persona, físicamente hablando, y un proyecto del adulto, que con un poco de suerte, todos llegamos a ser, una época en la que el comportamiento viene fuertemente marcado por el alto nivel hormonal, predominando éste sobre lo racional.
Por aquellos años estaba estudiando lo que entonces era 1º ó 2º de BUP (el equivalente del 3º y 4º de ESO), eran los comienzos del instituto, aquella maravillosa, y al mismo tiempo peligrosa época en la que comenzabas a poder tomar decisiones y, podías elegir asistir ó no a clase, aquella época en la que en el recreo podías salir del centro…
Esta época estuvo marcada por la irrupción de un movimiento estudiantil que criticaba el sistema educativo, y que sorprendió a propios y extraños por su capacidad de movilización. Eran momentos en los que huelgas y manifestaciones, sin precedentes hasta la fecha, discurrían por las calles y avenidas de las grandes ciudades españolas a modo de ríos humanos que, de forma controlada, avanzaban lanzando proclamas en contra de los cambios que se avecinaban.
Fue un momento en el que grupos de estudiantes surgidos de la nada y, sin aparentes intereses políticos, pusieron en jaque al gobierno de la época, y consiguieron muchas de sus reivindicaciones, lamentablemente –como dice un buen amigo-, la memoria histórica es muy corta, y los recuerdos que perduran de determinados sucesos son bastante vagos, en mi caso, mi recuerdo de estas manifestaciones, y el de muchos, se limita a una imagen lamentable, la de un personaje al que se le apodó con el sobrenombre de “el cojo manteca”.
A este individuo, las manifestaciones estudiantiles le sorprendieron de modo casual. Por aquel entonces, el cojo manteca era un indigente al que la irrupción de miles de alumnos de instituto le sorprendió vagabundeando por las calles de Madrid, sin causa aparente, y debido a la libertad de manifestación, se unió a la proclama, pero con una conducta agresiva impropia del carácter pacífico y reivindicativo de aquella protesta.
Esta conducta agresiva y totalmente gratuita fue captada y ensalzada por los distintos medios de comunicación de la época, la imagen del cojo manteca destrozando marquesinas de autobuses y de metro, así como cabinas de teléfono, dieron la vuelta al mundo y fueron atribuidas al movimiento estudiantil, elevándolo a la categoría de movimiento subversivo y violento y por extensión, asociando este carácter violento a toda la juventud de la época.
Estas movilizaciones estudiantiles quedaron marcadas por la actitud de este individuo, que profesionalizó su acción desplazándose a distintas ciudades españolas para reventar las manifestaciones que allí se celebraban.
La actitud del cojo manteca aún hoy parece inexplicable, algunos psicólogos intentan hacerlo desde la situación personal que vivía este individuo, ya que provenía de una familia desestructurada, su corta edad, ya que era un adolescente, su vida en las calles como vagabundo ó incluso su asociación a grupos de la época como los punkies, pero lo cierto es que lo poco que se recuerda de este movimiento, en el que los estudiantes reivindicaban que se les tuviera en cuenta a la hora de estructurar su educación, son estas imágenes violentas.
Si bien es cierto que la actitud de este individuo podría intentar explicarse por esta problemática personal, la actitud ó el comportamiento de determinadas personas con un nivel cultural alto y con una cierta edad, bien pasados los cuarenta, y en determinadas situaciones, tan sólo puede explicarse a mi modo de ver, y siendo muy benevolente, desde la falta de educación, la prepotencia ó la actuación a modo de marioneta dirigida por un ente u organismo superior.
Dicen muy poco del estilo que se debe tener en determinadas situaciones y contextos y no merece ninguna notoriedad, aún así, hay que estar alerta ante ellos, ya que se corre el peligro de que marquen la línea ó el recuerdo erróneo de determinados movimientos ó corrientes de opinión, sanos en origen y sin ningún tipo de ambición personal ó colectiva salvo la justa reivindicación.
Actitudes como las del Cojo Manteca no deberían tener hueco en los colectivos porque intoxican e insultan a los integrantes del mismo y dan una imagen distorsionada que corre el riesgo de transmitir mensajes erróneos distintos al original.
A buen entendedor……
Desde el pueblo más pequeño de la provincia de Sevilla……………
Un fuerte abrazo a todos.
Javier
Años 86 y 87, cómo pasa el tiempo, en aquella época era un adolescente desgarbado de 14 ó 15 años, ya medía metro ochenta, pero tan sólo pesaba 57 kilos, era una sombra de persona, físicamente hablando, y un proyecto del adulto, que con un poco de suerte, todos llegamos a ser, una época en la que el comportamiento viene fuertemente marcado por el alto nivel hormonal, predominando éste sobre lo racional.
Por aquellos años estaba estudiando lo que entonces era 1º ó 2º de BUP (el equivalente del 3º y 4º de ESO), eran los comienzos del instituto, aquella maravillosa, y al mismo tiempo peligrosa época en la que comenzabas a poder tomar decisiones y, podías elegir asistir ó no a clase, aquella época en la que en el recreo podías salir del centro…
Esta época estuvo marcada por la irrupción de un movimiento estudiantil que criticaba el sistema educativo, y que sorprendió a propios y extraños por su capacidad de movilización. Eran momentos en los que huelgas y manifestaciones, sin precedentes hasta la fecha, discurrían por las calles y avenidas de las grandes ciudades españolas a modo de ríos humanos que, de forma controlada, avanzaban lanzando proclamas en contra de los cambios que se avecinaban.
Fue un momento en el que grupos de estudiantes surgidos de la nada y, sin aparentes intereses políticos, pusieron en jaque al gobierno de la época, y consiguieron muchas de sus reivindicaciones, lamentablemente –como dice un buen amigo-, la memoria histórica es muy corta, y los recuerdos que perduran de determinados sucesos son bastante vagos, en mi caso, mi recuerdo de estas manifestaciones, y el de muchos, se limita a una imagen lamentable, la de un personaje al que se le apodó con el sobrenombre de “el cojo manteca”.
A este individuo, las manifestaciones estudiantiles le sorprendieron de modo casual. Por aquel entonces, el cojo manteca era un indigente al que la irrupción de miles de alumnos de instituto le sorprendió vagabundeando por las calles de Madrid, sin causa aparente, y debido a la libertad de manifestación, se unió a la proclama, pero con una conducta agresiva impropia del carácter pacífico y reivindicativo de aquella protesta.
Esta conducta agresiva y totalmente gratuita fue captada y ensalzada por los distintos medios de comunicación de la época, la imagen del cojo manteca destrozando marquesinas de autobuses y de metro, así como cabinas de teléfono, dieron la vuelta al mundo y fueron atribuidas al movimiento estudiantil, elevándolo a la categoría de movimiento subversivo y violento y por extensión, asociando este carácter violento a toda la juventud de la época.
Estas movilizaciones estudiantiles quedaron marcadas por la actitud de este individuo, que profesionalizó su acción desplazándose a distintas ciudades españolas para reventar las manifestaciones que allí se celebraban.
La actitud del cojo manteca aún hoy parece inexplicable, algunos psicólogos intentan hacerlo desde la situación personal que vivía este individuo, ya que provenía de una familia desestructurada, su corta edad, ya que era un adolescente, su vida en las calles como vagabundo ó incluso su asociación a grupos de la época como los punkies, pero lo cierto es que lo poco que se recuerda de este movimiento, en el que los estudiantes reivindicaban que se les tuviera en cuenta a la hora de estructurar su educación, son estas imágenes violentas.
Si bien es cierto que la actitud de este individuo podría intentar explicarse por esta problemática personal, la actitud ó el comportamiento de determinadas personas con un nivel cultural alto y con una cierta edad, bien pasados los cuarenta, y en determinadas situaciones, tan sólo puede explicarse a mi modo de ver, y siendo muy benevolente, desde la falta de educación, la prepotencia ó la actuación a modo de marioneta dirigida por un ente u organismo superior.
Dicen muy poco del estilo que se debe tener en determinadas situaciones y contextos y no merece ninguna notoriedad, aún así, hay que estar alerta ante ellos, ya que se corre el peligro de que marquen la línea ó el recuerdo erróneo de determinados movimientos ó corrientes de opinión, sanos en origen y sin ningún tipo de ambición personal ó colectiva salvo la justa reivindicación.
Actitudes como las del Cojo Manteca no deberían tener hueco en los colectivos porque intoxican e insultan a los integrantes del mismo y dan una imagen distorsionada que corre el riesgo de transmitir mensajes erróneos distintos al original.
A buen entendedor……
Desde el pueblo más pequeño de la provincia de Sevilla……………
Un fuerte abrazo a todos.
Javier
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