domingo, 29 de junio de 2014

PARE EL CARRO, COCHERO





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A estas alturas de vida, los que nacimos en la baby-boom, los que tuvimos masificación en las aulas desde la EGB hasta la Universidad, los que padecimos y padecemos la burbuja inmobiliaria que nos hipotecó de por vida y los que sufrimos o gozamos, como normas de juego por formarnos como farmacéuticos, el modelo regulado de farmacia podríamos hacer una parada a mitad de camino de nuestra vida profesional. Desde luego un servidor va a intentarlo y dicho sea de paso, me gustaría, subrayando el tópico que nuestra generación no es mejor ni peor que las anteriores ni que las venideras.

Me viene este repentino interés por divulgar estos pensamientos a propósito del encuentro que hemos tenido en el día de ayer, en Zarzuela del Monte, con motivo de una charla sobre diabetes, impartido magistralmente por la doctora Cristina Abreu, especialista en endocrinología, en el marco de la corriente de Salud y Comunidad rural alentada por Alfonso Pedrosa y apoyada por Esteban Bravo y Francisco Javier Guerrero. A todos ellos quiero agradecer su esfuerzo desinteresado por acercar temas sanitarios a pequeñas poblaciones. Es motivador recibir el apoyo de personas muy preparadas en todo lo relacionado con la política sanitaria y, particularmente, la farmacéutica.

Bien, mirando hacia atrás y recordando desde que comencé a ejercer en este pequeño pueblo de Segovia llego a la conclusión de que nunca pensé que fuera tan difícil salir del mundo rural. 

Por el pueblo han pasado distintos médicos, profesoras, secretarios, carteros…. todos ellos imbricados en la prestación de distintos servicios públicos. Pero, eso sí, unidos por un denominador común que es su directa relación laboral con la administración. En resumen, todos ellos se nutren del Capítulo I.

Los farmacéuticos que ejercemos en la oficina de farmacia lo hacemos en el marco de una colaboración público-privada, aplaudida y defendida a ultranza por nuestra profesión, de prestación farmacéutica que sufrió un frontal rechazo por parte de otros colectivos sanitarios, lease marea blanca, cuando trató de ampliarse, en mayor medida, a otra prestación sanitaria como es la médica, tanto en su vertiente de atención primaria como de atención especializada. Me pregunto si los farmacéuticos somos más inteligentes que el resto de sanitarios o, por el contrario, nos sobrevaloramos y caemos en grandes errores consecuentemente.


Ni que decir tiene que los últimos años han servido para que caigamos en la cuenta que al igual que se puede avanzar se puede retroceder. Y que lo que creíamos que era una continua evolución puede tornarse en una continua agonía. Las respuestas que se daban, desde la profesión, para una salida a los profesionales ejercientes en las zonas más desfavorecidas y que consistían en abrazar la vertiente mercantil, sin duda, han resultado erróneas y, en algunos casos, hasta de dramáticas consecuencias. Pero en estos momentos lo que más me preocupa es qué será de los profesionales de mi generación que marchamos a ejercer a pequeñas aldeas cuando terminemos nuestra vida laboral. No hay que ser un lumbreras para intuir que el futuro está muy, pero que muy complicado.

Cochero, mire usted dónde para, que yo me apeo.




Andrés C. Reviriego.

3 comentarios:

Alfonso Pedrosa dijo...

Sí, Andrés, I agree, igual se puede avanzar que retroceder. Para mí fue un honor asomarme de tu mano a la vida de esa comunidad local, la de Zarzuela del Monte, en la que se desenvuelven tus avatares profesionales como farmacéutico rural y de la que formas parte desde hace casi 20 años, según me comentaste en uno de los tres bares del pueblo, donde rendimos cumplida cortesía antes y después de la charla de la doctora Abreu. Es cierto: clama al cielo que, si un maestro o un profesional sanitario del medio rural puede moverse en función de sus aspiraciones, necesidades o capricho, en función de mecanismos tipo concurso de traslado, un boticario no pueda hacerlo. Ok, establecimiento privado. Pero de interés público. Creo que ahí está la clave. Si lo que se entiende por interés público es la estabilidad de las reglas de juego habitantes/distancias y al pensar en qué cosa es eso se piensa en la comunidad farmacéutica como sinónimo de interés público, hay que hacer explícito el por qué: o se trata de la salvaguarda de un modelo de negocio o de la salvaguarda de un derecho social relacionado con la equidad en el acceso a la prestación farmacéutica pública. Si toda prestación farmacéutica es solo privada o solo pública, nada que decir: optemos por el mercado o por la política. Pero si toda prestación farmacéutica, además de privada es pública, es imperativo desde el punto de vista ciudadano que funcione bien. Creo que cualquiera que se haya aproximado al mundo de la farmacia comunitaria española es consciente de que ese debate nunca va a tener lugar en el seno de las instituciones. Estáis condenados desde esa perspectiva, como bien dices, a perpetuar el estado de cosas, salvo cataclismo. Por cabezonería, por ingenuidad militante o porque me gusta el olor a pólvora, me atrevo a plantear un cambio de perspectiva: preguntémosle a la gente que vive en esos pueblos, a los diabéticos de Zarzuela del Monte. No con estudios demoscópicos, sino cara a cara. Explíquémosle a la gente la situación. ¿Se han planteado los alcaldes de esos pueblos qué pasaría si cierra la botica local? ¿Y los mayores? ¿Y las madres de familia? Activemos procesos de información-formación-conocimiento-deliberación entre iguales-codecisión. Quienes estamos metidos en el proyecto Salud y Comunidad Rural estamos empeñados en eso: en que la gente sepa y, luego, decida. ¿Es útil para el pueblo tener una botica? ¿Sí? Perfecto. Pues que el pueblo se implique en su viabilidad. ¿No? Pues a otra cosa. Desde mi más profundo respeto a tu trabajo, cuenta con nosotros. Un abrazo.
A.

Arsenio dijo...

Totalmente de acuerdo de un Farmaceutico rural de Avila
Del 77

Andrés dijo...

Estimado Alfonso, yo también aprendí un montón de cosas en el poco tiempo que compartimos. Espero se continúe por el camino de la colaboración y pueda realizarse un curso de extensión universitaria, a imagen y semejanza del realizado en El Madroño, pero esta vez por tierras castellanas. No me quiero detener en lo particular y sí en enfocar, desde la perspectiva del usuario del sistema publico de salud que reside en una pequeña aldea, la perdida de servicios. No creo que su actitud difiera mucho, a la hora de defender un servicio público, de la de uno de una localidad mayor. Me viene a la memoria el cierre, hace dos meses, de la "oficina" de Caja Segovia, en Zarzuela, que atendía los martes y jueves. Con la aparición de Bankia se cerro el local y, ahora, viene un autocar un día por semana. No he visto manifestaciones, barricadas ni quema de autobuses... me temo que otro tanto ocurriría si se tiene que cerrar la farmacia. Y a ese respecto también me viene a la memoria, tantas y tantas veces, el conflicto que aconteció en la Comunidad de Madrid respecto de la privatización de la gestión de centros públicos. Estoy convencido que si se paró ese proceso fue por la firme determinación, entre otros por supuesto, de los profesionales sanitarios de esa comunidad. Si no hubieran luchado en vía judicial y conseguido resoluciones favorables a sus pretensiones, por las irregularidades en la concesión de los centros, difícilmente se hubiera parado el proceso. Fueron los sanitarios, con apoyo de otros colectivos obviamente, quienes frenaron las privatizaciones. Creo "a pie juntillas" en la ordenación frente al libre albedrío pero, eso sí, sin perder de vista la igualdad, el mérito y la capacidad pues en caso contrario y como opción menos mala me inclino por la libertad frente al digitalismo. Vuelve cuando quieras, te esperamos.

Un fuerte abrazo.

Andrés C.