Este blog nace con la esperanza de que llegue a ser un nexo de unión entre los grandes olvidados y auténticos garantes del actual sistema farmacéutico: los farmacéuticos rurales. En él, se colgarán noticias relacionadas con el mundo de la farmacia rural, y me agradaría que os animárais a compartir ideas. Vuestra opinión es muy importante.
lunes, 31 de marzo de 2014
lunes, 24 de marzo de 2014
Cartera de servicios farmacéuticos: el cuento de la lechera
Esopo fue un escritor griego que ha pasado a la
Historia como autor de fábulas, pequeñas historias que concluyen con una
moraleja, y que en el caso de las suyas aún siguen vigentes pese a haber sido
escritas en el siglo VI a. de Cristo.
Entre las obras que se le atribuyen se encuentra
el cuento de la lechera. Aunque por todos es conocida, en ella se relatan los
planes de futuro que una lechera iba haciendo camino del mercado. En él
esperaba vender la buena leche que llevaba en el cántaro, y con ese dinero
comprar huevos para criar gallinas que luego vendería, y con las que obtendría
más dinero para poder comprar un cerdito, etc, etc,...
El caso es que, como de todos es también sabido,
tan ensimismada estaba en sus sueños la lechera que durante su camino hacia el
mercado tropezó con una piedra de forma que se le soltó el cántaro, rompiéndose
éste al chocar contra la tierra mientras ella observaba impotente, desolada,
cómo se diluían, junto a la leche, todos sus sueños y proyectos de futuro.
En nuestro gremio cuesta mucho alcanzar
consensos, cuesta incluso plantearlos, pero parece que la crisis y la
disminución de los ingresos ha acabado por convencer hasta a los más escépticos
de la necesidad de realizar cambios.
Entre sus diferentes problemas se ha identificado
como muy urgente la disminución de ingresos, y tras realizar el análisis del
mismo se ha llegado a la conclusión de que el producto del que dependen estos
cada vez vale menos y no parece que vaya a remontar, por lo que se han buscado
soluciones que combinan el incremento
del porcentaje de venta libre y la puesta en marcha de una cartera de servicios
retribuidos por el paciente para intentar compensarlo.
En estos momentos el producto estrella, el que
quiere abrir la puerta a esta cartera de servicios, es el Sistema Personalizado
de Dispensación (SPD) ó como la incansable pluma del compañero Francisco Rua
prefiere denominar en uno de sus innumerables y extensos artículos, el Sistema
Personalizado de Reacondicionamiento (SPR).
Con independencia de su denominación, este
servicio parece el más adecuado para su implantación, ya que no requiere una
gran complejidad, presenta un beneficio indudable para el paciente polimedicado
evitando errores en las tomas de su medicación y favoreciendo el cumplimiento
del tratamiento. Todo es, a primera vista positivo, salvo que a la hora de
estudiar la viabilidad de su puesta en marcha se han dejado a un lado aspectos
como el carácter antisocial de vincular su uso al poder adquisitivo del
paciente y/ó al coste de su tratamiento, ó la ausencia de vinculación al
proyecto de otros profesionales de la salud por citar algunos ejemplos.
Basándome en la experiencia de Andalucía, que
tasó el precio de este servicio en 20€/mes y paciente, asistimos a que desde el
minuto uno de su lanzamiento ya hay farmacias que asumen este coste de
elaboración para ofrecerlo de forma gratuita, no obstante su beneficio
económico no está en el SPD, sino en los productos que se introducen en cada
blister y que previamente han de ser dispensados.
Aún así, mi opinión sobre el servicio es que es
bueno y útil para el paciente sin que para ello tenga que “avalarlo” con un
permiso de carácter más simbólico que efectivo la consejería de sanidad de la
respectiva CCAA, pero lo hemos quemado desde el mismo momento en que se ha
sacrificado en aras de un instrumento de carácter mercantil, la fidelización.
Somos integrantes de una profesión cuya cualidad
principal radica en su conocimiento, pero aunque podamos y debamos seguir
ligados a todo lo que rodee al medicamento, porque seguimos siendo expertos del
mismo, sería conveniente plantearnos de una vez que en la búsqueda de caminos
de futuro hay que comenzar por realizar un cambio conceptual que nos permita
afrontar la dura decisión de desvincularnos de nuestra dependencia sobre el
margen del medicamento.
Dicen que es mejor hacer algo que no hacer nada,
pero se está trazando un camino que se apoya en dos aspectos radicalmente
antagónicos: el primero de ellos es inclinar nuestra actividad profesional
hacia su vertiente más mercantilista, y el segundo pasa por intentar preservar
las ventajas de seguir ejerciendo en un entorno regulado que impide el libre
ejercicio y la competencia, siendo esto último lo que garantiza el éxito del
primero. De esta forma los arquitectos de este plan de futuro parecen pretender
tocar cosas sin cambiar nada, haciendo las mismas cuentas que entonces hizo la
lechera con el peligro de que se les caiga el cántaro en el camino, con la
diferencia de que, en este caso, el contenido es nada más y nada menos que el
futuro de nuestra profesión.
Mi opinión individual sobre qué camino tomar no
es importante, pero sí lo es que la decisión final estuviera sustentada sobre
una deliberación y participación colectivas. Los medios existen, pero para ello
hay que convencerse de la necesidad de ponerlos a disposición de este objetivo.
Aún desde el pueblo más pequeño de la provincia
de Sevilla…
Javier
Nota del Autor: Este artículo ha sido publicado el 01 de Marzo, en el nº 501 de la Revista El Farmacéutico
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