viernes, 7 de mayo de 2010

EL YOGURT Y LA MODA DE PARIS.

Con este inusual titulo, recuerdo dos anécdotas protagonizadas por dos farmacéuticos titulares ambos de su respectiva oficina de farmacia, ubicadas en la provincia donde actualmente tengo mi residencia.
Una de las anécdotas, la segunda en concreto, surgió a raíz de un comentario expresado por un farmacéutico ya cargado en años, que ejercía en una población que en aquel momento contaba con dos farmacias,una de ellas obviamente regentada por nuestro compañero, pero a raíz de la ley de ordenación farmacéutica regional, en dicha localidad se abrirían y por cierto se abrieron, tres oficinas de farmacia más, pasando su población de dos a cinco boticas, y claro la apertura de las otras nuevas farmacias obviamente mermaría su cuenta de resultados económicos, tal dilema no solo afectaba a nuestro compañero también otros farmacéuticos de diferentes localidades serían afectados por la implantación de la futura ley, lo cual ocasiono gran revuelo y malestar en lo ellos consideraban como "la profesión". Con reuniones, llamadas, indignaciones en algunos casos cargados de insultos, ..... donde nuestros compañeros mostraban su preocupación y desaliento por la medida que el gobierno regional tenia en mente implantar. Y a colación de todo la anterior viene la frase que nuestro insigne boticario promulgo en una de esas reuniones donde mostraban su más férrea oposición, y esta es la frase " bueno a mi que abran más farmacias no me preocupa especialmente, mas si a mi mujer que no la voy a poder llevar a comprar a la moda de París".
La otra anécdota, tuvo lugar hace bastante más años, sobre la década de los ochenta, y fue protagonizada por una farmacéutica, recién licenciada, con ganas de farmacia y pocos recursos económicos, por lo que solicito al colegio de su provincia a apertura de una oficina de farmacia en una localidad que carecía de ella, obviamente el colegio de farmacéuticos que por aquel entonces era el órgano encargado de autorizar nuevas farmacias, autorizo su apertura, y allí abrió su botica nuestra compañera, la localidad rondaba los 350 habitantes, hay que recordar que en aquella época el gasto farmacéutico era ínfimo, y con toda su ilusión comenzo a ejercer su actividad profesional como propietaria de su oficina de farmacia, pero pasaban los días y nadie entraba a la farmacia, pero ocurrió al fin, el tercer día de apertura una señora entro y compro una aspirinas, y a raíz de ello viene la frase de nuestra joven colega, ya que había hecho una promesa y se compraría algo con su primera venta, que después de tres días abierto lo merecía, la frase fue "Que bien una venta ahora mismo me voy a la tienda a comprar un yogurt para celebrarlo" y se le compro y se le tomo como celebración. Ya han pasado los años, un día recordando con ella la anécdota me comento, " es que fueron años muy duros, una farmacia en poblaciones pequeñas no daba para nada, menos mal que la cosa fue mejorando según iban pasando los años, pero es que al principio teníamos que freír con agua , ya que no daba ni para comprar aceite".
Esperemos, y Dios lo quiera, que esto último no se vuelva a producir y los farmacéuticos que ejercemos en pequeñas poblaciones podamos desempeñar nuestra labor profesional con dignidad. Pero esta situación de penuria, que a día de hoy resulta anecdótica puede volver a suceder, las próximas y futuras medidas encaminadas a contener el gasto farmacéutico que desde las diferentes admistraciones se están llevando a cabo, acuciadas por el incremento del gasto farmacéutico y sobre todo por las carencias de ingresos motivadas por la crisis económica, van a mermar y mucho a la farmacia española, pero un sistema retributivo a las farmacias basado en el pago por margen, bueno aclaro en el margen para las medicinas baratas, que dentro de poco serán casi todas, los medicamentos de alto precio tienen un pago fijo por dispensación , sistema basado en el margen obsoleto e injusto a mi enterder, no afectara a todos igual. UNOS NO PODRÁN IR A LA MODA DE PARÍS Y OTROS NO TENDREMOS PARA UN YOGURT.

1 comentario:

Unknown dijo...

Magnífica metáfora, que refleja realmente lo que ocurre, aquí no hablamos de comprar otro piso en la playa sino de la supervivencia económica de compañeros farmacéuticos que trabajan en condiciones de penosidad extrema y a los que nos va a costar cada día más llegar a fin de mes.
Estupendo post Paco....(¿por qué no te mandaría antes la invitación?...qué cabeza la mía)
Javier