miércoles, 22 de octubre de 2008

Un día gris

Hoy ha amanecido lloviendo, esa lluvia pausada que cae acompasadamente y que tan beneficiosa es para el campo, esa lluvia que dota de humedad a la tierra para que ésta pueda seguir dando cobijo a las distintas especies vegetales que habitan estas tierras.

Hoy ha amanecido lloviendo, es un día gris, ya ha llegado el otoño y se ha desvanecido el espejismo del verano que como todos los años te hace creer que la situación es diferente. En verano vienen algunos habitantes nuevos al pueblo, como solo vienen en verano es por eso que se les llama veraneantes, la irrupción de estos nuevos habitantes provoca un incremento de la actividad diaria, es frecuente que cuando abres las puertas de la farmacia haya alguno esperando a que lo atiendas, hay algo más de trabajo y eso te hace creer lo que no es, es una ilusión que año tras año sucede y de forma cruel vuelve a engañarte, porque cuando el verano termina, llega el otoño y con él la cruda realidad y lo que es peor, la soledad. Mi farmacia está situada en la calle "principal", El Madroño es como esos pueblos que son atravesados por una carretera y que junto a ella van edificándose las viviendas dando lugar a esa forma alargada y serpenteante tan común a muchos municipios de nuestra geografía. Esta ubicación de mi farmacia hace que la visión habitual sea la de coches que pasan en una u otra dirección, y cuyo ir y venir hace que dé la impresión de que aquí vive más gente de la que realmente vive.

Lo único que interrumpe la soledad es la aparición de algún jubilado que a falta de otra cosa que hacer viene a sentarse al "banco de las penas", ese banquito que tengo al lado del mostrador y que sirve de confesionario para muchos de los habitantes del pueblo.

Hoy ha roto esta soledad Ramón, el marido de Isidora, con 86 años es una persona de carácter fuerte pero a la que le tengo mucho cariño. Algo huraño y desconfiado, comenzó a confiar en su farmacéutico cuando una vez vino a comentarme que su casa al igual que la mayoría de casas de aquí tenía un escalón muy alto y que su mujer (con 86 años también) se había caido una vez, a lo que yo le sugerí que existían unos asideros que se fijaban a la pared y que iba a mirar a ver si podía conseguirle alguno. A pesar de no haber tenido mucho trato con ellos, sabía que tenían una sola pensión y muy pequeña, con lo que al ver lo que valía el asidero, decidí no cobrárselo y al mismo tiempo colocárselo, con lo que cogí mi taladro y me fuí a su casa para fijárselo a la pared.

Desde entonces, nuestra relación ha cambiado, y de vez en cuando se pasa por aquí para charlar un rato y contarme cosas de su vida, si no, lo veo en su casa una vez por semana cuando voy a preparar la medicación de Isidora en el pastillero que le he buscado para que no olvide sus tomas.

Tras la visita de Ramón, vuelve la que será mi compañera inseparable hasta que llegue el buen tiempo, esa compañera que te da mucho tiempo para pensar y reflexionar, pero pensar demasiado a veces puede ser perjudicial, por lo que intento ocupar mi tiempo en otras cosas, como por ejemplo la preparación de otras jornadas de educación para la población, esta vez centradas en diabetes.

Los farmacéuticos que ejercemos en el medio rural, no solo realizamos las labores habituales de una oficina de farmacia normal, sino que realizamos también una labor social. Tan alejados estamos del resto de la profesión que es como si no existiéramos, cada semana busco noticias en las distintas publicaciones que me den esperanza de mejora y reconocimiento a la labor que desempeñamos, pero parece que existe una connivencia entre la llegada del otoño y la falta de noticias relacionadas con la farmacia rural. La falta de noticias relacionadas con el "subsector" al que pertenezco ayuda a que mi compañera inseparable de estas fechas se cierna sobre mí y me haga reflexionar en exceso, más de lo debido.

Hoy es un día gris como mis pensamientos, pero como pasa con todo en la vida, mañana volverá a salir el sol (ó eso espero).

2 comentarios:

Paco Mateo dijo...

Me encuentro totalmente identificado con tu escrito.
Farmacia Rural es sinonomo de SOLEDAD, de DISTANCIA......
Además de todo ello, aquí en Vinebre (TGN), sumale que a partir de Octubre desaparece el sol a causa de la niebla, eso a nivel sanitario significa la aparición de Depresiones.
Hay que darle a la Farmacia Rural otro "aire".
Paco Mateo. Compañero tuyo

Antonio J. Galán Martín dijo...

Felicitarte por tu web y por lo bien que has reflejado la realidad de la farmacia rural una vez que pasó el verano.
Lo que está claro es la importante labor sanitaria que realizan los farmacéuticos rurales y que no sólo se ciñe al medicamento.

Antonio J. Galán Martín
Ftco. rural de Los Cortijos de Abajo (C. Real)